A
Camila
Pensó el Caballero, una noche tan oscura como
la más oscura tinta de sus sueños: “Si pudiera devolverme y reiniciar la
carrera, retrocedería hasta tus ojos de cara limpia y beso tan rojo como el
labio que llevamos en el centro del corazón. Entonces no habría excusa para no
decirte todo mi amor e invitarte a la Alcalá donde nací.”
¡Cuánto anduvo para alcanzar su meta! De un
continente a otro, hasta arribar a Valparanoia, donde unas casas de latón se
arrastran perezosas hasta lo alto de las colinas.
Cruzó el enorme Charco de Tintas, donde peces y
estrellas de mar le confundieron con el gran octópodo y huyeron trinando sobre
las olas... El resto de la historia ¿No está acaso en las Crónicas de la
Princesa Celeste?
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